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Muchos cineastas han captado con su cámara fragmentos de la lucha social. Diferente es cuando un/a luchador/a social enfoca con su lente lo que a él/ella le pasa. No hay objetividad posible. Ni pretendida. Y el Licenciado Martínez lo expuso con claridad durante la charla del miércoles 29, en la sala Hermet de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.
Su ponencia giró en torno a lo que fue su tema de tesis. Definió al videoactivismo como “cortos documentales que no cuentan lo que lo medios tradicionales”. Se trata de una manifestación cultural de las periferias, los grupos marginales, independientes, de difusión no masiva, que en general se proyectan en tomas, facultades, empresas de gestión obrera, etc.
En el videoactivismo confluyen tres formatos: el cine documental, de carácter etnográfico, social, antropológico, testimonial; el cortometraje que suma elementos de ficción y dramatizaciones; y el videoclip, con cuotas de música, montaje rítmico discontinuo y mucha dinámica.
Entre las características más interesantes del videoactivismo se cuenta la utilización de cámaras creadas originalmente para videos familiares (cumpleaños, casamientos, fiestas, etc), llevadas al campo de la protesta social.
Es algo así como doblar la apuesta. El mercado y las empresas de Hi-tec (tecnologías de punta) las crearon para el entretenimiento y el consumo individual y privado. Los videoactivistas las tornan armas para la lucha colectiva, con intenciones de ampliar la difusión de los cortos por medio de la copia y distribución libre de copyright, principalmente por Internet y en situaciones que convocan a muchos sectores marginales de la sociedad.
Los responsables de estos audiovisuales son, generalmente, colectivos vinculados a movimientos políticos. Por ello, una definición frecuente de videoactivista es la de un “militante con cámara”.
Durante su investigación, Nicolás Martínez tuvo la oportunidad de charlar con varios realizadores. Uno de ellos le dijo: “Yo puedo estar con la cámara en una mano y tirándole piedras a la policía con la otra”.
Si bien los cortos suelen ser sobre problemáticas puntuales (fábricas recuperadas por obreros, tomas universitarias, conflictos socio-ambientales, etc), siempre son parte clara de una protesta más amplia. Por eso se entiende al videoactivismo como un proceso global de comunicación alternativa.
La financiación se consigue mediante el trabajo cooperativo, a través de aportes partidarios o comunitarios. Y a diferencia de otras manifestaciones culturales, más tradicionales, los cortos vuelven a sus protagonistas, por medio de las proyecciones en barrios, centros comunitarios, fábricas, colegios.
Entre los objetivos de un “folk hero hi-tech” [héroe tradicional de alta tecnología], se cuentan la búsqueda del diálogo y la comunicación, la desestabilización del poder mediático, la ruptura del discurso hegemónico y el fortalecimiento de las identidades marginales. Además de generar una movilización emocional, se pretende la acción política del espectador, que deja su rol pasivo, como en el cine tradicional.
La madre del borrego:
El videoactivismo surge con fuerza definitiva luego de “la conjura de Seattle N30-Indymedia, ocasión en la que también fueron producidos los primeros e históricos documentales "indy" del movimiento global” Showdown in Seattle y This is what democracy looks like . (PASQUINELLI, Matteo, Taller de Videoactivismo).
En Argentina, la explosión videoactivista se produjo en las manifestaciones sociales del 2001 y 2002. En muchos casos, la cámara actuó como defensa contra la brutalidad policíaca. En otros, como testimonio de las heridas que esa violencia le dejó al cuerpo de la lucha, por ejemplo, con las muertes de Costequi y Santillán.
¿Dónde lo vemos?
El videoactivismo tiene en la Web una de sus trincheras. Allí se socializan muchos cortos de todo el mundo. Algunas direcciones que vale la pena consultar son:
http://www.seattle.indymedia.org/
http://www.s11.org/
http://www.satellite.indymedia.org/
http://www.tvac.ca/
http://espora.org/
http://www.undercurrents.org/
La foto es gentileza de Paola Coria
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